Los combustibles de fiesta

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En 2016 hemos acontecido a una volatilidad insólita en el mercado del petróleo, mientras que otros de sus derivados han sufrido menores variaciones en el precio. Es el caso de la gasolina, que a pesar de producirse mediante el petróleo tiene una correlación menor frente a la evolución del crudo. Muchos consumidores no entienden por qué cuando baja tanto el precio del petróleo no se traduce en una bajada del precio de la gasolina, y la respuesta está en la gran carga impositiva de este combustible, que representa dos tercios del valor final.

Al comienzo del pasado año vimos los precios del petróleo más bajos de la última década, coincidiendo con el miedo a una nueva ralentización a nivel global y a las nuevas técnicas de extracción más económicas que inundaron el mercado por el lado de la oferta. Todavía no es seguro que esta recuperación vaya a consolidarse en el corto plazo, aunque si los miembros de la OPEP cumplen con sus recortes a partir de este mes de enero, no esperamos razones que puedan desequilibrar los precios. Sin embargo, la vertiginosa recuperación de la que ha gozado el crudo desde los mínimos marcados en enero de 2016 no se ha visto acompañada por la gasolina.

El petróleo se revalorizó durante el 2016 más de un 90%, oscilando entre los 28,75 dólares por barril hasta los máximos cercanos a los 57 dólares. Mientras que la gasolina tan sólo se revalorizó ligeramente por encima de un 10% desde los mínimos de 1,065 euros por litro hasta los máximos de final de año de 1,216 euros. La diferencia es más que notable, y como apuntábamos anteriormente, los costes fijos y los impuestos dan resultado a esta desviación.

Hay tres factores que componen el precio de la gasolina: el petróleo, los costes fijos y los impuestos. Aproximadamente el 9% del precio depende de los costes de refinamiento y de distribución, que por lo general se mantiene constantes.

Además del 21% de IVA, la gasolina soporta en torno al 30% de impuestos especiales de hidrocarburos, que tiene tres tramos, el estatal, el autonómico y los impuestos sobre las ventas minoristas. Esto produce que cuando experimentamos precios destacables en el mercado del petróleo tan sólo afecte al 30% del precio que compone la gasolina.

Fuente: eleconomista.es