“El eléctrico está de moda, pero el autogas GLP es la alternativa real”

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El autogás o GLP (por gas licuado del petróleo) es el combustible ecológico más empleado en el mundo. Mueve 25 millones de coches, casi la mitad de ellos en Europa, donde países como Italia cuentan con un parque de 2,5 millones de vehículos. Entonces, ¿por qué si es tan limpio -en motores con inyección directa emite menos CO2, NOx y partículas que el gasóleo o la gasolina- y cuesta casi la mitad que los otros carburantes, apenas lo usan 50.000 vehículos en España?

“Tenemos un problema importante de divulgación. Resolverlo es uno de nuestros grandes retos”, responde Jaime Fernández Cuesta, responsable de GLP en Repsol y también presidente del jovencísimo clúster del autogás en España. «Por ejemplo, en el reciente episodio por alta contaminación en Madrid, la gente desconocía que los coches de GLP podían acceder al centro de la ciudad, con independencia de su matrícula, al tener la etiqueta ECO de la DGT».

La asociación se presentó el pasado otoño, con nueve fundadores que van desde operadoras petrolíferas (además de la citada, Cepsa y Disa) a fabricantes de vehículos (PSA y FCA) y centros tecnológicos como Idiada. Y ahora quieren atraer a otros agentes, como los transformadores de vehículos.

A la Administración, ni está ni se le espera dentro del clúster. Aunque sí confían en ponerla de su parte, ya que una de las razones de la existencia de la asociación, además de promover y potenciar el GLP, es tener voz en su comunicación con los poderes públicos. Ese contacto se antoja crucial porque “la Administración tiene que ser neutral en su apoyo institucional y económico y hoy no lo es. Aparte de que hay un gran desconocimiento dentro de ella. La moda es hablar del coche eléctrico, que tiene una función muy importante, porque piensan que es la única energía alternativa limpia y ecológica. Pero también está el autogás, reconocido por la UE y el Gobierno a través de su plan VEA (Vehículos de Energías Alternativas). Además, es la única opción real por infraestructuras, autonomía y flexibilidad, de tal manera que cualquiera se puede comprar un coche de GLP y desplazarse libremente por toda España. Por eso, si a corto plazo quieren dar un paso adelante en el terreno de las energías limpias, tienen que apoyar al autogás”.

Ese apoyo será clave para acelerar la expansión en España, más lenta de lo previsto, si bien ese retraso no inquieta, ya que “las más de 500 estaciones de servicio actuales dan cobertura a un parque de vehículos cinco veces superior al existente”, es decir, a 250.000 coches movidos por GLP, justo el objetivo que, según el Plan VEA, se debería alcanzar en 2020 estimulando con ayudas públicas el empleo de vehículos movidos por energías limpias.

Fernández Cuesta desea aumentar la oferta de modelos disponibles, ya que “la tecnología es conocida por las marcas que sólo están esperando a que haya una demanda para ofrecerla de forma generalizada”. Desde el clúster apuntan que los datos reales sobre el parque de GLP son aproximados: muchos clientes hacen la transformación después de comprar el coche, pues el sobrecoste -entre 1.000 y 2.000 euros de media- se puede amortizar en apenas un par de años [aunque puedan consumir un 15% más]. Además cuentan con subvenciones. La situación se corregirá con el etiquetado de la DGT, ya que quienes deseen recibir la etiqueta ECO tendrán que registrarse.

Aunque se han llegado a dar casos de transformar un insaciable Porsche Cayenne, la mayoría son coches de tamaño pequeño o medio y sus usuarios, profesionales entre los que son mayoría los taxistas. En toda España hay unos 8.000 taxis con este tipo de propulsión y en Repsol, en concreto, consumen la mitad del GLP que venden.

El clúster también asume como otro objetivo potenciar su expansión entre las furgonetas, cada vez más afectadas por las restricciones de entrada al centro de las ciudades. Aunque el primer proyecto estrella de la asociación ha sido el desarrollo de un autobús urbano con tecnología de GLP de inyección directa que es 100% español. El primer prototipo se empezará a probar en Valladolid este verano aunque la idea es ofrecerlo a todas las ciudades que estén interesadas. Su coste es equivalente al de un vehículo diésel, al que mejora en emisiones -ya cumple con el nivel de CO2 que se exigirá en 2020-, mientras que respecto a uno de gas natural ofrece las ventajas de un menor peso.

Fuente: elmundo.es