conversión diésel a GLP

Conversión de diésel a GLP: ¿es o no posible?

Una de las dudas más frecuentes entre los usuarios que solicitan la conversión a Autogas es en qué tipo de vehículos es posible. La duda se acentúa más cuando se trata de vehículos diésel, que son los que más urgencia van a tener en los próximos dos años. Para resolver todas las dudas que te puedan surgir, respondemos algunas de las más habituales en este artículo.

La obligatoriedad de implementar Zonas de Bajas Emisiones a partir de 2023 en los municipios de más de 50.000 habitantes va a suponer que muchos coches se enfrenten a restricciones de acceso, circulación y aparcamiento. Por el momento, no son muchos los municipios que ya tienen una ZBE implantada, ya que, de 149, apenas una veintena la tienen. 

Sin embargo, se espera que en los próximos meses este número se incremente. Y no solo eso, sino que las restricciones irán aumentando progresivamente. Actualmente, se limitan a excluir a los vehículos que no tienen etiqueta medioambiental, pero en menos de dos años, todo apunta a que las restricciones se podrían ampliar a otras etiquetas.

Sobre todo, a los vehículos con etiqueta B, que son en su mayoría diésel o gasolina matriculados antes de 2006 y que, por tanto, no cumplen con la norma EURO 4. Por este motivo, son cada vez más los usuarios que se preguntan sin la conversión de diésel a GLP es posible y, en caso de que lo sea, cómo se debe realizar.

 

¿La conversión de diésel a GLP es posible?

Desde el punto de vista técnico, es posible. De hecho, el proceso para realizar la conversión es bastante parecido al que se lleva a cabo en los coches de gasolina. La diferencia principal radica en la manera en la que se inyecta el gas en el vehículo. 

En los coches de gasolina, la sustitución del motor gasolina por GLP es prácticamente del 100%, en lo que llamamos sistemas bi-fuel. En cambio, en los vehículos diésel, el porcentaje de sustitución es inferior, y por eso se llaman dual-fuel. 

Sin embargo, aunque técnicamente se pueda realizar la conversión, hay determinados talleres especializados en transformaciones a gas que no las llevan a cabo. El motivo es que, precisamente por la mayor complejidad que requiere la inyección de gas en los motores diésel, las ventajas para el usuario son mínimas.

Además, el ahorro que se consigue con la gasolina es muy bajo con el diésel, ya que el porcentaje de sustitución de combustible es menor. En definitiva, poniendo en una balanza los beneficios y las desventajas, la transformación de un coche diésel a GLP no suele ser recomendable, porque no se consigue el ahorro buscado.

 

¿Qué sucede con la etiqueta ECO?

La gran preocupación para muchos usuarios está siendo la posibilidad de obtener la etiqueta ECO gracias a la conversión a GLP. Sin embargo, hay que tener en cuenta que ningún vehículo que tenga la etiqueta medioambiental B puede obtener directamente la etiqueta ECO. 

Y, si atendemos a los datos actuales, el 75% de los coches españoles funcionan con diésel. De ellos, solo un porcentaje reducido está matriculado a partir de 2016, ya que desde ese año, la matriculación de vehículos nuevos diésel se ha reducido del 56% al 19%. 

Esto significa que la mayoría de los coches diésel que hay en España están matriculados antes de 2016, lo que significa que no cumplen con la norma EURO 6 establecida para que los vehículos diésel obtengan la etiqueta C.

Por lo tanto, los coches diésel que tengan etiqueta B; es decir, que no estén matriculados a partir de 2016, no pueden obtener la etiqueta ECO aunque se conviertan a GLP por una cuestión de cumplimiento de la normativa española vigente. 

 

A nivel medioambiental, ¿compensa?

Desde el punto de vista medioambiental, hay que decir que cualquier alternativa que permita reducir las emisiones nocivas es buena. No obstante, la reducción de emisiones de CO2 y partículas en los vehículos diésel convertidos es menor que la que obtienen los vehículos gasolina. 

Esto hace que la rentabilidad de convertir un coche diésel a GLP sea muy poca, ya que es probable que el usuario no obtenga la etiqueta ECO, ni la reducción de emisiones sea muy elevada, ni la inversión se amortice tan fácilmente porque la conversión es más cara que la de los coches gasolina. 

Por tanto, si tienes un coche diésel anterior a 2016, es preferible plantearse renovarlo por otro más sostenible.