Del Autogas al hidrógeno: las claves en esta transición
La energía es el tema estrella de las últimas semanas, en las que ha habido fluctuación de opiniones constante. Hace algunos meses, la Unión Europea se mostraba tajante en su plan para reducir las emisiones contaminantes y transitar hacia energías más sostenibles y eficientes. Una intención que, sin embargo, se ha visto empañada durante los últimos días ante la posibilidad de un corte de gas por parte de Rusia.
No obstante, más allá de la situación extraordinaria que se está viviendo como consecuencia del conflicto bélico que asola el este de Europa, parece claro que el camino hacia las energías sostenibles no tiene vuelta atrás. Por tanto, cuanto antes adoptemos nuevas fórmulas de adopción energéticas, más progresivo será el cambio, tanto para las empresas como para nuestros clientes.
Dentro del sector de la automoción, la apuesta desde hace varios años parece dirigirse hacia la electrificación. Sin embargo, se ha dejado de lado a otras energías que pueden contribuir a ampliar las opciones de movilidad sostenible y a reducir el monopolio de los vehículos eléctricos. La más eficiente, y por la que cada vez más marcas están apostando, es el hidrógeno.
El camino hacia la masificación de vehículos propulsados por hidrógeno es aún largo y sinuoso. No obstante, existen alternativas para reducir el impacto medioambiental en el sector del transporte y que sirven como transición hacia la total implantación de energías limpias. La más clara es el uso del gas como combustible, especialmente el GLP o Autogas.
Los vehículos que se mueven con Autogas emiten unos niveles de emisiones de CO2 mucho más bajos que los de gasolina o diésel, algo que se refleja en la etiqueta ECO que llevan estos vehículos. Pero, ¿cómo será la transición del Autogas al hidrógeno en este sector?
¿Por qué el GLP es la mejor alternativa de movilidad sostenible hoy en día?
Principalmente, porque es la menos contaminante, pero también la más económica. Los coches que se mueven con Autogas, de hecho, cuentan con la etiqueta medioambiental ECO, lo que supone una clara garantía de su menor impacto en el entorno.
En general, los coches con GLP emiten entre un 10-15% menos de CO2 que los motores de gasolina, lo que tiene un efecto muy notable si tenemos en cuenta el beneficio medioambiental si todos los vehículos de las grandes ciudades redujeran este porcentaje. Por otro lado, las emisiones de NOX son un 70% inferiores a las de los coches diésel.
Además de las razones medioambientales, los motivos económicos no dejan de ganar peso en el contexto de subida de precios actual. Mientras la gasolina y el diésel rozan los 2 euros el litro, el GLP se mantiene en poco más de 1 euro, lo que supone un ahorro económico que puede alcanzar el 50%.
Por todo ello, no es de extrañar que cada vez más particulares y empresas con grandes flotas de vehículos apuesten por el GLP como principal combustible.
BioGLP, el paso intermedio
Yendo un paso más allá, en breve espacio de tiempo nos vamos a encontrar en las estaciones de servicio el llamado BioGLP o biopropano. La principal diferencia frente al tradicional radica en la forma de obtenerlo, siendo mucho más respetuoso con el medio ambiente y contando, además, con certificado de origen de gases de origen renovable.
El BioGLP se extrae de manera más respetuosa con el medio ambiente, puesto que se produce a partir de aceites vegetales y residuos de alimentos. Esta diferencia que, aparentemente, es pequeña, supone una reducción de hasta el 80% en el impacto medioambiental.
Hidrógeno, un futuro cada vez más cercano
Aunque, sin duda alguna, el futuro de la automoción y de la movilidad sostenible pasa por el hidrógeno. De hecho, ya hay grandes marcas del sector que están probando y comercializando vehículos propulsados por hidrógeno.
La más reciente ha sido Toyota, que ya ha sacado el Toyota Mirai basado en esta tecnología, con una autonomía aproximada de 600-650 kilómetros. Hyundai es otra de las pioneras en este sentido gracias a su modelo Nexo, en este caso, con una autonomía de unos 850 kilómetros.
Otra opción que cada vez coge más fuerza es la adaptación de los actuales motores de combustión para que consuman hidrógeno. Se trata de una alternativa a la pila de combustible que ofrece innumerables ventajas:
- Una rápida penetración en el sector del transporte, ayudándolo a la tan deseada descarbonización.
- Costes de inversión mucho más reducidos para el usuario final.
- Generar una demanda inmediata de H2, lo que ayudaría enormemente a la creación y amortización de una red de suministro de H2.
- Impulso de la economía circular, en la medida en que estaríamos convirtiendo el actual parque automovilístico en un parque mucho más respetuoso con el medio ambiente.
Datos interesantes acerca del hidrógeno
Para entender el alcance y las posibilidades que ofrece esta novedosa tecnología, recopilamos algunos datos interesantes:
- Los vehículos de hidrógeno se mueven gracias a una pila de combustible en la que se produce una mezcla de oxígeno e hidrógeno que consigue el movimiento del vehículo, y mediante la combustión del H2 en motores de combustión adaptados. El hidrógeno se almacena dentro del coche, mientras que el oxígeno lo aporta el propio exterior.
- El repostaje de hidrógeno es muy rápido, se completa en un plazo de 5-10 minutos. Esta es, sin duda, una de las principales ventajas frente al coche eléctrico, cuya recarga completa lleva varias horas. El reto, en este sentido, radica en incrementar exponencialmente el número de puntos de suministro de hidrógeno.
- Otra alternativa en la que se está trabajando para conseguir mayor índice de movilidad sostenible es la creación de hidrocarburos sintéticos a partir de hidrógeno, aunque estas investigaciones se encuentran en una fase más incipiente.
- Además de Toyota y Hyundai, otros gigantes de la automoción, como BMW, han confirmado que comercializarán próximamente sus propios coches de hidrógeno.
El hidrógeno cobra cada vez más fuerza como energía de automoción alternativa, sostenible y eficiente. La cuestión es cuánto tiempo se tardará en poder aplicarla de forma masiva, abaratando costes y mejorando la infraestructura necesaria, que son las dos principales carencias que todavía hay.
Sin embargo, se postula como una clara alternativa al vehículo eléctrico, enriqueciendo mucho más el abanico de opciones de movilidad sostenible que, más pronto que tarde, va a ser tan necesario.